¿Andas cargando un muerto? ¡averígualo!

09/09/2020
Publicado por: Mya

Una de las frases más usadas en la autoayuda es “sé fiel a ti mismo”. Desgraciadamente, hay quienes por más que intentan hacer eso mismo, no pueden dejar de sentir que están viviendo con la carga de alguien más. Ya sea que nos sintamos responsables de cosas que no nos corresponden, culpa exagerada o tristeza injustificada, a veces simplemente sentimos que estamos cargando un muerto a cuestas.

Lo que muchos no saben es que esto puede ser más cercano a la realidad de lo que parece.

¿De dónde viene la frase cargar el muerto?

Coloquialmente, la frase “cargar el muerto” se refiere a tomar una culpa o responsabilidad que no nos corresponde o que fue la falta de alguien más, y sea de forma voluntaria o impuesta. 

Esto viene desde la Edad Media, en lugares donde las leyes exigían que, de hallarse un cadáver del que no se pudiera encontrar al asesino o familia cercana, el pueblo entero debía pagar para cubrir los gastos de la disposición del cuerpo. 

La mayoría de los pueblos no estaban contentos con tener que pagar el precio de la acción de un desconocido, así que muchas veces los mismos aldeanos se deshacían del cuerpo, pasando la culpa a otro poblado. 

Es por eso que se refiere a cargar una culpa ajena.

¿Cómo saber si estás cargando con un muerto?

  • Llevas un nombre en honor u homenaje a un familiar fallecido en circunstancias violentas, no nato o desaparecido. 
  • Sientes que vives la vida de otro. 
  • Tristeza o depresión injustificadas, sensación de vacío o de extrañar a alguien.
  • Te autosaboteas cuando estás por alcanzar alguna meta: una mejor relación, un mejor trabajo, una buena oportunidad de negocios. 
  • Piensas que mereces ser infeliz. 
  • Poco deseo o pasión por vivir. 
  • Te sientes más conectado con la muerte que con la vida. 
  • Salud delicada o estar constantemente enfermo. 

Duelo transgeneracional 

Un duelo transgeneracional se refiere a los duelo no elaborados transmitidos entre generaciones. Dicho en palabras más simples, los traumas que no vivimos propiamente pero nuestra familia nos “hereda”. 

El inconsciente familiar aporta a los integrantes valores y actitudes; pero también les asigna tareas, como por ejemplo reparar traumas o elaborar duelos no realizados.

Cuando una pérdida traumática no ha podido ser asimilada por la familia, queda un duelo pendiente. La negación, la represión y el silencio generan una carga emocional que, lejos de liberar a la familia, alimentan y mantienen activo el trauma.  

Muertes repentinas, accidentes mortales, suicidios, niños que mueren prematuramente, abortos son algunos de los acontecimientos que impactan dramáticamente a las familias. Estos duelos pueden mantenerse mucho tiempo y transmitirse más adelante a un descendiente que actúa como un proyector de la vida de alguien que ha muerto.

Los ancestros siguen teniendo presencia en los descendientes de la familia a modo de “muertos vivos” que se aferran incluso a generaciones posteriores. 

Necrónimo: Cargando con el nombre de un muerto

Cuando alguien llama al teléfono y pregunta “¿Quién es?” es normal que lo primero que nos venga a la mente responder es con nuestro nombre.  

El nombre con el que se nos llama es nuestro primer contacto y acercamiento a la sociedad en la que vivimos. En nuestra sociedad, un sujeto sin nombre se vería en dificultades para hacer cualquier trámite y en el tema legal, estaría increíblemente limitado.

Cuando nuestro nombre se conoce, pasamos de ser un nadie a alguien. Puede decirse que nuestro nombre nos define. 

Entonces, ¿qué pasa cuando ese nombre está ligado a la muerte de otra persona? 

Cuando alguien tiene planes para tener un bebé, no demora en pensar en el nombre que querrá ponerle y entre las opciones es común que aparezca el nombre de algún familiar ya fallecido. Esto es tener un necrónimo

Del griego nekros, “muerte” y ónoma, “nombre”, necrónimo se refiere a la utilización del nombre de una persona que ha muerto. Esta práctica, aunque común, trae sus consecuencias.

Es difícil que la gente que ha compartido memorias con la persona fallecida pueda desprenderse fácilmente de la fuerza que tiene nombrarle, por lo que llevar un necrónimo puede suponer una gran carga emocional para la persona que lo lleva. 

Aparecen preguntas como: ¿La familia espera que continúe el legado de la persona fallecida? ¿Hay pendientes de esa persona que deba resolver? ¿Soy capaz de llenar el vacío que dejó? Interrogantes que cambian la forma en la que la persona puede desenvolverse con su familia y, por consiguiente, con el resto del mundo.

Una persona que heredó su nombre a su hermana fallecida fue Rosalía Lombardo: Conoce la historia de la momia que aún abre y cierra los ojos

Personajes famosos con necrónimos

Un nombre puede definir la vida de una persona, más aún si está ligado a la muerte de otra. En algunos casos desafortunados, esto puede sentirse como una maldición: La imposición para convertirse en un nuevo intento de alguien que no alcanzó a ser. 

Salvador Dalí, Beethoven y Van Gogh

Shigechiyo Izumi y su hermano

El uso de necrónimos ha confundido a los historiadores en muchas ocasiones, ya que existen muchas actas de nacimiento con el mismo nombre al mismo tiempo. Este fue el caso de Shigechiyo Izumi, centenario japonés quien murió en 1986 y aparentemente nació en 1865. En 1986, El libro Guinness de los récords le otorgó el título del hombre más viejo de todos los tiempos. Sin embargo, este título fue revocado en 2011. 

La investigación del Departamento de Epidemiología del Instituto Metropolitano de Gerontología de Tokio sugiere que el certificado de nacimiento presentado como prueba podría pertenecer a su hermano mayor, fallecido a una edad temprana con el mismo nombre. Se sugiere que su edad final fue de 105 años, no de 120 como originalmente se asumió. 

Ludwin van Beethoven, su abuelo y hermano fallecido

Ludwig van Beethoven fue un compositor, director de orquesta, pianista y profesor de piano alemán. Deslumbró al mundo con su legado musical y es considerado uno de los compositores más importantes de la historia de la música. 

Beethoven fue nombrado en honor a su abuelo paterno, llamado también Ludwig. Aunque ese honor fue antes de su hermano fallecido a los seis días de su bautizo, Ludwig Maria van Beethoven. 

Podría decirse que su abuelo no sólo le heredó el nombre, sino también algunos de sus dotes de músico, ya que él en vida trabajó como director y maestro de capilla de la orquesta del príncipe elector de Colonia

Salvador Dalí y su hermano

Salvador Felipe Jacinto Dalí i Domènech, fue un pintor, escultor, grabador, escenógrafo y escritor español del siglo XX. Considerado uno de los máximos representantes del surrealismo. Imaginativo, narcisista, megalómano e inspiración para una canción interpretada por Mecano.

Mejor conocido como Salvador Dalí, fue bautizado con un nombre que compartía con Salvador Galo Anselmo, su hermano mayor fallecido por un “catarro gastroenterítico infeccioso” alrededor de 9 meses antes. 

Haciendo las cuentas, no es extrañar que esto haya marcado al artista y le haya creado una crisis de identidad al sentirse una copia de su hermano fallecido. Incluso su propio padre llegó a decirle a sus 5 años, frente a la tumba del hermano, que se trataba de una reencarnación de él. 

Rainer María Rilke y su hermana

Bautizado como René Karl Wilhelm Johann Josef Maria Rilke y más tarde conocido como Rainer María Rilke, fue un poeta y novelista austriaco considerado uno de los poetas más importantes en alemán y de la literatura universal. 

La relación entre la madre y su único hijo fue problemática, ya que Sophie no había podido superar la temprana muerte de su primogénita y obligó a René (en francés, ‘Renacido’) a vestirse de niña hasta que cumplió cinco años. 

Su infancia y adolescencia no fueron especialmente felices, por lo que, tras abandonar Praga, Rilke cambió su primer nombre de René a Rainer, en una forma de separarse de su familia y del peso que tenía sobre él que su madre deseara hacerle ocupar el lugar de su hermana fallecida. 

Vincent van Gogh y su hermano 

Vincent William van Gogh fue un pintor neerlandés y uno de los principales exponentes del postimpresionismo. Pintó alrededor de 900 cuadros (entre ellos 43 autorretratos y 148 acuarelas) y realizó más de 1600 dibujos, aunque sus obras sólo fueron reconocidas después de su muerte. 

Si bien una figura central en su vida fue su hermano menor Theo, marchante de arte en París, quien le prestó apoyo financiero y emocional, no fue el único hermano que tuvo un impacto en la vida de Vincent. También tuvo otro hermano al que, si bien no conoció, le dejó de herencia su nombre, otro Vincent que nació muerto exactamente un año antes que él. 

Hasta los últimos años de Van Gogh, el artista estuvo marcado por constantes problemas psiquiátricos, que lo llevaron a ser recluido en sanatorios mentales de forma voluntaria.

Sobre su infancia, Vincent van Gogh comentó: “Mi juventud fue triste, fría y estéril”. Falleció a los 37 años por una herida de bala. 

Si no puedes sacarte a Van Gogh de la cabeza, te recomendamos revisar este increíble diseño

Diferentes costumbres para diferentes culturas

Para los penan, grupo nómada de Borneo, el nombre propio tenía un papel menos importante que para nosotros. Los niños llevaban su nombre personal hasta que uno de sus parientes fallecía.  

Claude Lévi-Strauss llama a ese tipo de nombre necrónimo, ya que cada que un pariente moría, el niño penan adoptaba un nombre que hacía referencia a la relación con su familiar muerto. No era hasta que éste se hacía adulto, contraía matrimonio y tenía hijos que se veía liberado de llevar un necrónimo, y recibía un teknónimo en su lugar, un nombre que indica la relación con la hija o hijo (padre o madre de…)

En la cultura del judaísmo askenazí, es costumbre nombrar a un niño en honor de un amado que ha fallecido. Frecuentemente el niño compartirá el mismo nombre hebreo que la persona fallecida, aunque no su nombre de pila.

En Japón, las familias budistas usualmente obtienen un necrónimo llamado nombre de Dharma o nombre de Sangha parte de un rito de iniciación en el Budismo Mahayana. Este nombre es tradicionalmente otorgado por un monasterio a aspirantes a monjas, monjes o laicos. Este nombre suele ser aspiracional y pueden tener distintos dependiendo del momento de su carrera en la que se encuentren.

Manos de monje budista

¿Cómo sanar y dejar la carga?

Para poder dejar de cargar con el trauma de nombre pasado, es necesario llevar a cabo el duelo pertinente para liberar a futuras generaciones del lastre emocional. Llevar el duelo requiere elaborar y expresar las emociones que fueron reprimidas en su momento, aunque hayan transcurrido años o décadas. 

  • Identifica tu referente en el árbol genealógico. Es preciso poner palabras a lo ocurrido, hablar del muerto en el ámbito familiar y devolverle su identidad.
  • Observa y comprende las dinámicas e implicaciones familiares en las que tienes problemas. El duelo es un proceso ineludible para cicatrizar heridas emocionales del pasado que siguen abiertas. 
  • Completa su biografía. Pregunta e investiga con otros miembros de tu familia o amigos de la persona fallecida. 
  • Compárate con esa persona. Reconoce tus similitudes y diferencias con esa persona para que puedas separarte de ella.
  • Haz las paces con que esa persona ya nació y falleció. 
  • Reconoce que tienes derecho a tener una vida genuina que sea sólo tuya. No eres esa persona ni tienes que completar sus tareas pendientes ni compartir su destino.
  • Realiza actos simbólicos. Aquí dependerá de tus creencias, enciende una vela por esa persona, escríbele una carta o haz una reunión familiar para honrarle.
  • Intenta con arteterapia. A través de los sentidos, busca un acercamiento a los sucesos de duelo para tratar de resolverlos. 

¿Qué piensas tú? ¿Conoces a alguien que ande cargando un muerto? 

Fotografías familiares

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.