Las 5 Ventajas de las Duchas Frías

08/01/2021
Publicado por: David Alfonso Estrada

De las dos llaves de agua que están en la regadera siempre abría primero la izquierda. El boiler hacía lo suyo y yo esperaba hasta que la temperatura del agua me permitiera entrar sin decir groserías al ahí se va. El calor me reconfortaba de las mañanas invernales y mis mejores ideas fluían como el vapor que ascendía hasta el techo.

En cambio, ahora escojo abrir la llave del agua fría porque obtengo beneficios mayores, después de todo, pensar que mis mejores ideas provenían de un baño caliente era solo una creencia. Claro que puedo detenerme en cualquier otra parte y ponerme a pensar en cómo voy a salir avante en mis proyectos y labores del día. Ahora hago meditación. Valen la pena las duchas con agua fría.

De acuerdo a la comunidad médica, los baños con temperaturas debajo de los 20 grados Celsius se han utilizado durante siglos para aprovechar la capacidad de adaptación de nuestros cuerpos a condiciones más duras, dando como resultado, un cuerpo más resistente al estrés.

Las duchas frías no son en sí un tratamiento para ninguna condición médica, pero por supuesto que ayudan a mejorar el alivio de muchos síntomas y son una fuente de bienestar en general. Aquí te comparto cinco de sus beneficios:


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Aumenta las endorfinas


Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos, la depresión afecta al 10% de los adultos. Además del medicamento, un método de tratamiento que ha ganado popularidad es la hidroterapia. En un estudio clínico se demostró que tomar una ducha fría de hasta 5 minutos, de 2 a 3 veces por semana, ayuda a aliviar los síntomas de la depresión.

Para las personas con depresión, los baños con agua fría pueden funcionar como una especie de terapia de electroshock positiva y suave. El agua fría envía impulsos eléctricos al cerebro y sacuden el sistema nervioso para aumentar el estado de alerta, la claridad y los niveles de energía; se liberan endorfinas (conocidas como las hormonas de la felicidad) y se produce un efecto de bienestar y optimismo.


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Mejora la circulación


Las duchas frías son vigorizantes. Esto se debe a que el agua que está más fría que la temperatura natural de nuestros cuerpos, hace que el cuerpo trabaje un poco más duro para mantener su temperatura normal y el sistema circulatorio sea más eficiente. Razón por la cual la piel también mejora su aspecto.

Los deportistas de alto rendimiento conocen bien este beneficio desde hace años. Por eso se apoyan con el hielo para bajar la inflamación cuando tienen una lesión muscular. Al bajar la temperatura de un área del cuerpo, se acelera el flujo de sangre y se oxigena esa área. A los pacientes con mala circulación, presión arterial alta y diabetes, también se les recomienda tomar baños con agua fría para ayudar a su recuperación.


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Ayuda a mejorar el metabolismo


Varios estudios aseguran que las duchas frías (y la exposición al frío en general) ayudan a las personas a perder peso y contribuyen a aumentar su metabolismo.

El agua fría produce que el tejido graso de nuestros cuerpos genere mayor energía y se quemen calorías y, con el tiempo, estos baños llegan a curar el sistema gastrointestinal y mejoran ciertos niveles hormonales.


Reduce los niveles de estrés


Tomar duchas frías con regularidad, impone una pequeña cantidad de estrés en el cuerpo, lo que lleva a un proceso llamado endurecimiento. Lo que produce que el sistema nervioso gradualmente se acostumbre a manejar niveles moderados de estrés. El proceso de endurecimiento nos ayuda a mantener la cabeza fría cuando nos encontramos en una situación de estrés.


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Ayuda a la concentración


Las duchas frías despiertan el cuerpo y la mente; nos inducen a un estado de alerta mayor. El frío también nos estimula a respirar más profundo y disminuye los niveles de dióxido de carbono en el cuerpo, ayudándonos a tener una mejor concentración para nuestras actividades del día.


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Los expertos sugieren que, para adquirir el hábito, comiences bajando lentamente la temperatura al final de tu ducha normal. Deja el agua lo suficientemente fría como para que empieces a sentirte incómodx. Luego quédate debajo del chorro de agua durante 2 o 3 minutos. Respira profundo (esto ayuda a disminuir la incomodidad). Cada día que pase, intenta durar uno o dos minutos más que la vez anterior. Para cuando menos lo esperes, ya ni abrirás la llave caliente.


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