Fabiola creyó que había encontrado en Roberto al amor de su vida y lo que empezó como un sueño de pareja, terminó en tormento para Fabiola.
Tenía ya tres años de relación y no se había dado cuenta de que muchas de las actitudes y acciones de su novio no eran “normales” y que su relación de pareja se había tornado violenta desde hace tiempo.
Al principio, recuerda ahora, su pareja comenzó a hacerle señalamientos sobre lo que vestía y cómo se veía, comúnmente le decía que no se pusiera escotes o faldas, o que no usara vestidos cortos cuando iba a la universidad e incluso cuando salían con más amigos.
Después comenzó a tratar de limitar a quién veía, con quiénes hablaba, hasta con quién podía hacer trabajos en equipo, y a hacerle “escenas” cuando al molestarse por algo.
“Yo decía ‘Ay, es que me cela mucho, es que me quiere, me cuida’”, señala. “Pero ahora que lo pienso todo estaba mal, eran señales de alerta porque desde entonces trataba de controlarme.
“Lo peor era cuando me veía platicando con algún amigo, ya sea en clases o en fiestas, se ponía como loco. Y que ni se me ocurriera estudiar o tener que hacer una tarea con algún otro chavo”.
La situación se ponía peor cuando Roberto tomaba en exceso, que era cada vez más frecuente. Llegó a avergonzarla con comentarios humillantes y a insultarla en frente de amigos en común a la menor provocación.
“Ya en la fiesta era otra cosa, literal se transformaba, me hablaba horrible, y no le importaba quien estuviera, me hizo sentir fatal tantas veces”, cuenta Fabiola.
“Era un verdadero infierno lo que vivía, pero me daba miedo dejarlo, no sé, yo pensaba que no podría encontrar a nadie más, porque sí lo amaba, y creía también que podía hacerlo cambiar”.
El punto de quiebre fue una vez cuando regresaban de una fiesta durante la madrugada. Como Roberto había tomado mucho, Fabiola tuvo que conducir su coche y en el camino, casi por llegar a su casa, cayó en un gran bache que no vio, lo que desató la furia de su pareja.
“Llegamos y estaba enojadísimo, y pues yo me bajé para meterme a mi casa, y se vino detrás de mi y me agarró horrible, me sacudió con los brazos, (me dijo) que, si estaba estúpida o qué”, narró.
“Y luego me tomó del cuello con la mano y me reclamó porque había estado coqueteando con sé quién, en la fiesta, y no era cierto. Yo no sabía qué hacer, la verdad me asustó mucho su reacción”.
Después de este incidente, Fabiola decidió poner fin a su noviazgo y se negó a volver con él. Y, por primera vez, comenzó a hablar con amigas y familiares de todo lo que había vivido con su pareja.
“Para mí fue un parteaguas, yo no había hablado con nadie de eso antes, y me ayudaron mucho”, dijo. “A mí me costó mucho darme cuenta de todo el daño que me estaba haciendo, de lo mucho que me había cambiado ya, y tardé muchísimo en dar ese paso, en tomar la decisión de dejarlo.
“No fue fácil porque en verdad yo estaba muy enamorada, pero yo creo que también lo idealizaba, porque ya no era en realidad la persona de la que yo me había enamorado y con la que planeaba casarme, era alguien completamente diferente que me estaba haciendo mucho daño”.
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