LA CANA: reclusión no puede ser sinónimo de exclusión

24/09/2020
Publicado por: folkU

La palabra CANA significa blanco brillante y puede aplicarse a la escarcha o cosas similares, sin embargo, se aplica muy específica y preferentemente a los cabellos cuando ya están blancos por la edad.

En Argentina, Chile y México, la palabra CANA se refiere también a la cárcel. Estar encanado es estar preso. Proviene del inglés CAN, que en español significa lata. Además el término se utiliza para designar a la cárcel porque a las personas que encierran por mucho tiempo en este lugar, cuando salen, ya tienen canas.

Asimismo LA CANA es una empresa social que le enseña a las mujeres en prisión un oficio en el que son remuneradas lejos de la delincuencia.


La Cana

Las malas decisiones a veces nos pasan facturas altas que debemos asumir. Algunas de estas decisiones trascienden tanto que terminamos privados de nuestra libertad por el tiempo que la justicia marque.

Rectificar, corregir, dar vuelta a aquel efecto de estas malas decisiones es imprescindible para adaptarnos al cambio constante que es la vida.

De acuerdo al Censo Nacional de Gobierno, Seguridad Pública y Sistema Penitenciario Estatales, hay 199 mil personas encarceladas en las diferentes prisiones de México, de las cuales el 5% son mujeres. Es decir que de cada 20 presos, una es mujer.

La mayoría de estas mujeres recluidas en instituciones penitenciarias se forjaron en un ambiente de desprecio y humillación. Los actos delictivos que cometieron y las llevaron a la cárcel, fueron la forma de darle frente a este pisoteo incesante que sentían incluso en sus propios hogares.

Cuando estamos alejados de estas realidades y solo alcanzamos a imaginar las historias de vida que suceden dentro de las zonas más marginadas del país, es entonces que apuntamos y juzgamos a las personas encarceladas por las malas decisiones de su pasado.

Contrario a esto, un grupo de estudiantes universitarias, con la firme intención de producir un cambio en el contexto delictivo mexicano, coincidieron que reclusión no puede ser sinónimo de exclusión.



Sobra decir que en México tenemos un sistema penitenciario deficiente, que las condiciones en las que se vive dentro de las cárceles son injustas e indignas.

Hay carencias en todos los aspectos, desde los más básicos como la higiene, al grado que en las cárceles para mujeres se denuncia la falta de insumos tan necesarios como toallas sanitarias.

Al conocer las condiciones tan precarias en las que viven las mujeres en prisión, un equipo de universitarias comprendió que las cárceles no tienen resultados efectivos en la reinserción social de las reclusas porque en estas instituciones se empeñan tanto en castigarlas, que no les ofrecen ventanas de oportunidades que les permitan empezar sus nuevas vidas lejos de la delincuencia.


La Cana

LA CANA es un proyecto social que se sensibiliza y lleva a los reclusorios la capacitación necesaria para aprender un nuevo oficio mediante el cual las mujeres en prisión adquieren habilidades que les sirven para aportar un ingreso a sus familias y, sobre todo, les permite reincorporarse a la sociedad cuando obtengan su libertad.

Este trato digno a las mujeres en la cárcel –que las acerca al arte como medio de expresión– también reduce los índices de reincidencia delictiva.

Para este punto te preguntarás ¿cómo lo hacen? Las mujeres de LA CANA capacitan a las mujeres en prisión en diversas técnicas de tejido, bordado, costura, macramé y tramado textil mediante talleres donde les enseñan oficios que puedan remunerarles económicamente.

También se encargan de llevar a cabo la venta de estas obras de arte (hay que decirlo) que elaboran las mujeres en prisión y después les entregan el importe de las ventas.

Pero el enfoque del proyecto LA CANA apuesta por más, une esfuerzos y llevan a cabo otras actividades para el desarrollo de habilidades y destrezas, como talleres de salud mental para las y los internos. Y como un acto de sororidad plena, patrocinan la defensa de mujeres que han sufrido violaciones graves a sus derechos humanos.

ME HAN AYUDADO A HACERME MÁS FUERTE. SI APRENDÍ A TEJER, PUEDO HACER TODO LO QUE QUIERA” -MARÍA.

LA CANA nació en el 2016 tras la visita de unas valientes estudiantes a un reclusorio y actualmente replicaron el proyecto en cuatro penales femeniles: Barrientos, Nezahualcóyotl Sur y Ecatepec en Estado de México, y Santa Marta Acatitla en Ciudad de México. Si quieres conocer más y adquirir sus hermosos productos, entra a https://lacana.mx/

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