Seamos sinceros, como regios nos encanta la carnita asada, la preparación, la plática, el festejo y todo lo que conlleva esta tradición ¿unas cheves?. Pero ¿alguna vez hemos considerado la cantidad de recursos necesarios para tener ese corte en nuestra parrilla? Con esto en mente hemos decidido abordar el interesante mundo de los insectos comestibles, una extraña pero ventajosa opción.
Crianza tradicional; larga y costosa
La realidad es que el ganado para consumo humano necesita grandes cantidades de agua, alimento, terreno y tiempo para que las cabezas lleguen a su tamaño óptimo. Sin embargo, existe una opción que ha ido abriéndose terreno.
Ricos en proteína, fibra y elementos presentes en el pescado, además los encuentras a la vuelta de la esquina (o en tu jardín). Los insectos comestibles han tenido presencia en nuestra dieta desde hace cientos o miles de años. Nuestro México lindo y querido cuenta con más de 500 especies de gusanos, grillos, escarabajos y hormigas que pueden representar el futuro de nuestra alimentación.
El propio fray Bernardino de Sahagún llegó a registrar 96 especies de insectos comestibles del valle de México en el Códice Florentino alrededor de 1521. Esto ya daba un claro ejemplo de la avanzada diversidad dentro de la gastronomía del país.
Potencial Mexicano
Esta enorme variedad nos podría convertir en un fuerte productor, consumidor y exportador de insectos comestibles. Un mercado con un valor estimado arriba de los 600 millones de dólares y que continúa creciendo.
Por otro lado esta no es la única ventaja de la crianza de insectos, pues requiere menos espacio, menos agua y alimento, produce menos gases de efecto invernadero, además que necesita menos tiempo de maduración y generan menos desperdicio.
Tal vez para la mayoría aún suena como algo extraño, muy lejano, propio de culturas indígenas o hasta asqueroso, este es uno de los grandes obstáculos para el crecimiento de esta industria. Pero eso no significa que no esté avanzando, poco a poco instituciones, empresas y universidades se han dado a la tarea de perfeccionar la crianza y estudiar los beneficios de éstos para el cuerpo humano.
Por otro lado, la ONU considera que la crianza de insectos comestibles de forma sostenible ayudaría a evitar la sobre explotación forestal en primer lugar. Y su eventual automatización y perfeccionamiento daría paso a un consumo de proteínas de calidad y explotación de recursos locales.
Folklóricos o exóticos
Sin embargo, aún existen otras barreras en distintos aspectos. Pues mientras se apunta como una alternativa ecológica, enfrenta una constante fumigación, una pobre regulación y poco apoyo gubernamental. Por otro lado, hay una frontera dentro del propio país, dado que en el centro y sur existe una amplia tradición del consumo de insectos, en el norte se les extermina al considerarlos una plaga.
¿Te imaginas que tu próximo corte de carne sea a base de grillo, o de escarabajo? ¿Que en lugar de ir a la carnicería vayas a “la insectería”? Algo en todo esto es innegable, los insectos se pueden comer, de hecho lo hacemos desde hace mucho, y no me refiero al gusano que apareció en mi sopa de verduras (lo siento mamá).
Me refiero a que, al menos en lo personal, los insectos comestibles representan un camino bastante atractivo frente a las distintas crisis que enfrentamos como especie. Tal vez suene a algo exótico o folklórico pero, en este momento, esta fuente de nutrientes ya representa un alimento del día a día para millones de personas.
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