Ellas ganan menos; Brecha salarial en méxico

21/07/2020
Publicado por: Verónica Ayala

Brecha salarial en México. ¿Sabías que en México las mujeres trabajan más y ganan menos?

La brecha salarial de género se define como la diferencia que existe entre los ingresos de hombres y mujeres.

LA BRECHA EN MÉXICO

De acuerdo con el Segundo Informe del Observatorio de Trabajo Digno, de la iniciativa Acción Ciudadana Frente a la Pobreza, nuestro País tiene la peor brecha salarial de este tipo en toda América Latina.

Los resultados del estudio presentado hace un año arrojan que aquí los hombres ganan casi 800 pesos más que las mujeres, sobre quienes pesa una mayor carga por las labores domésticas y de cuidado que desempeñan, que representan una segunda jornada de trabajo no remunerado.

El informe, que muestra que la desigualdad salarial en México es incluso peor que en otros países como Guatemala, Honduras y El Salvador, señala que mientras que para los hombres el ingreso promedio mensual por una jornada de tiempo completo es de 5 mil 825 pesos, para las mujeres es de solamente 5 mil 29 pesos.

Los 797 pesos más que ganan los hombres representan una diferencia de alrededor del 17 por ciento, lo que implica que las mujeres tendrían que trabajar 5 o 6 días más para igualar el ingreso.

Sin embargo, otros estiman que la brecha salarial de género iría hasta el 22 por ciento, mientras que a nivel mundial el promedio se estima en el 18 por ciento.

MUJERES EN EL MERCADO LABORAL

En base a datos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), aunque en los últimos años la participación de las mujeres en el mercado laboral ha aumentado, ésta sigue estando muy por debajo de los hombres y, además, su inclusión se relaciona con empleos de baja remuneración.

En diciembre pasado, el IMSS reportaba un salario promedio diario de 378 pesos. Sin embargo, mientras que los hombres percibieron 398 pesos en promedio, las mujeres sólo 346 pesos, es decir, una diferencia de 52 pesos diarios.

Su participación en el mercado laboral se da principalmente en la industria de la transformación, comercio y servicios para empresas, donde una mayor proporción de mujeres que de hombres ganan los salarios más bajos y son contratadas para trabajos que no requieren formación especializada.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del Inegi, correspondiente al primer trimestre del 2020, 76 de cada 100 hombres de 15 años en adelante son económicamente activos, mientras que en el caso de las mujeres 45 de cada 100 se encuentran en esa situación.

Hasta marzo había 55.4 millones de personas identificadas como población ocupada, es decir, que estuvieron participando en la generación de algún bien económico o servicio, de los cuales 33.5 millones eran hombres y 21.9 millones mujeres.

SUS CONDICIONES: EN DESVENTAJA

Según un reciente reporte especial por la emergencia del Covid-19 de Acción Ciudadana Contra la Pobreza, que agrupa a más de 60 organizaciones civiles, presentado en abril pasado, las mujeres padecen condiciones de mayor precariedad y desigualdad frente a los hombres.

“Tienen menor participación laboral, más del doble de desempleo, las que trabajan tienen una brecha salarial y tienen una carga de trabajo no remunerado en labores de cuidado y domésticas de otra jornada completa”, señala el reporte.

En este sentido, refiere que mientras que hay 4.7 millones de mujeres en condición de desempleo total-el 17.6 por ciento de 26.7 millones-, en el caso de los hombres son 3.1 millones de desempleados, el 8.4 por ciento de 36.7 millones.

Muchas mujeres tienen menor participación en la población económicamente activa o están fuera del mercado laboral porque desempeñan en sus hogares y con sus familias labores domésticas y de cuidados de menores, enfermos o adultos mayores, por las que no reciben remuneración alguna.

En el caso de aquellas que trabajan, estas actividades representan una doble jornada completa laboral, ya que dedican a ello casi 43 horas a la semana, mientras que los hombres ocupados destinan solamente cerca de 17 horas a labores de cuidado y domésticas.

Pero las desventajas para las mujeres no solamente son en ingresos sino también en oportunidades laborales.

Además de recibir menores salarios que sus compañeros hombres, a menudo las mujeres ven también truncadas oportunidades de crecimiento laboral por el hecho de estar casadas o de tener una familia, o incluso por estar en sus planes, es decir, simplemente por su rol reproductivo, lo que en muchas ocasiones obstaculiza también el que puedan acceder a puestos directivos de alto nivel. Sin contar que además son más propensas a sufrir acoso y hasta violencia sexual en su trabajo.

Pasar a las acciones

¿Y por qué es importante analizar estos datos? Primero, porque revelan tanto el valor que se le da al trabajo de las mujeres como las condiciones desventajosas y la discriminación que sufren en el ámbito laboral. Esto impacta no sólo en sus vidas sino en su entorno familiar, y contribuye a generar condiciones de pobreza y desigualdad.

Partiendo de esta realidad, es fundamental pugnar porque cada vez más mujeres tengan acceso a empleos con un salario justo, donde reciban un trato igual al de los hombres por el trabajo que realizan, y donde se les permita compaginar su vida laboral, personal y familiar.

Para ello, se requieren desde programas y políticas públicas encaminadas precisamente a fomentar este tipo de oportunidades de empleo para las mujeres, en condiciones de igualdad con los hombres, hasta un cambio estructural en la cultura laboral que visibilice, valore y reivindique su papel y aportación.

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