La toma de Ayahuasca no es un evento; es un proceso. No es algo que se hace para tener una experiencia psicodélica o por diversión. Tampoco es un alucinógeno; es una bebida visionaria. Su atributo principal es el auto-psicoanálisis, y una cosa es cierta con este viaje: siempre es más profundo de lo que crees que será.
Adentro de ti hay un Maestro
El criterio de clasificar a las experiencias placenteras como buenas y a las experiencias dolorosas como malas, no es del todo correcto cuando hablamos de este brebaje endémico del Amazonas, porque su misma naturaleza es confrontarnos directamente con aquello que tratamos de evitar.
Esta confrontación es difícil, a veces desagradable, sin embargo, en la realidad estas experiencias salvajes tienden a ser más positivas a largo plazo, son como un reto, pues nos revelan aspectos de nosotros mismos que manteníamos en la sombra.
Tomar Ayahuasca es ir conciencia adentro donde se abren puertas que llevan a distintas recámaras donde es posible ver la basura psíquica que se ha acumulado por años. Cuando se vuelve del trance, hay fortalecimiento en el rincón más místico de la mente para sacar esa basura con un paradigma nuevo.
Es el comienzo de la sanación de las heridas mentales, solo que sus beneficios no son tan evidentes de inmediato. La ingesta de esta planta considerada sagrada no lleva a la iluminación, pero muestra el camino. Los Curanderos, Taitas o Maestros (les nombran de las tres formas), quienes guían las ceremonias de Ayahuasca, bien dicen: Adentro de ti hay un maestro; escúchalo.
No obstante creer que si tomo Ayahuasca me convertiré en mejor persona, es demasiado simplista. Debo tener disposición al cambio. Estar en contacto con mi yo más profundo, considerar cosas que quizá antes ni me había preguntado. Integrar al día a día en el plano consciente lo aprendido en la sesión de Ayahuasca podría llevarme meses o años.
Si es medicina o es droga; eso está en la dosis.
Pharma-Uasca
Muchos estudiosos de la Psicología Transpersonal argumentan que una ceremonia de Ayahuasca equivale de 5 a 10 años de terapias de psicoanálisis.
Creen que esto se debe a que, bajo los efectos de esta bebida, disminuyen las defensas de la persona y, en lugar de enfrentar los eventos traumáticos con miedo y ansiedad, por primera vez los ve claramente sin la carga emocional negativa de la razón, y la persona adquiere la capacidad de reescribir sus propios patrones de pensamiento.
Investigaciones recientes concluyeron que tomar Ayahuasca ayuda a la neurogénesis (el nacimiento de nuevas neuronas), mejora la plasticidad cerebral y actúa positivamente en las neuronas más afectadas por enfermedades como la depresión y el alcoholismo. ¡Ánimo, padrino!
Además de facilitar las intervenciones psicoterapéuticas, otros estudios sugieren evidencia de que la Ayahuasca combate las células cancerosas en el cuerpo y enfermedades degenerativas como la demencia y el Parkinson.
En la actualidad existen laboratorios que intentan crear una versión sintética de la Ayahuasca: la Pharma-Uasca (así le dicen en estas primeras fases de prueba), una sustancia en píldora, inyección o jarabe, que contenga los beneficios de la Ayahuasca pero sin el viaje.
La molécula de Dios
La Ayahuasca es una infusión de las lianas de la planta Banisteriopsis Cappi –a la que llaman Yagé o Ayahuasca– y las hojas de la Psychotria Viridis –un arbusto mejor conocido como Chacruna–, la planta que contiene DMT, la sustancia psicoactiva que se ganó los nombres de “la molécula espiritual” y “la molécula de Dios”.
En la década de los noventas, una comunidad de científicos encabezada por el psiquiatra Rick Strassman y el etnobotánico Terence McKenna, concluyó que el DMT, además de encontrarse en algunas especies de plantas, también es un compuesto que está presente en el cerebro de los humanos, específicamente en la glándula pineal, donde los científicos y filósofos más místicos especulan que reside el alma, el sexto chacra o el tercer ojo (elige tu favorito), y que es ahí donde se encuentra la unión entre la mente y el cuerpo.
Al respecto de los efectos positivos del DMT, Terence McKenna, uno de los principales exponentes literarios sobre los estados alterados de la conciencia, declaró lo siguiente en su obra Oceans of Ideas:
< Los seres humanos hemos evolucionado fuera de tono. Tenemos un problema orgánico que reprime nuestro ego y crea un espectro de situaciones culturales que nos llevan a la locura. Y de pronto, tenemos una especie de terapia psicodélica que puede corregir este curso. ¿Acaso no es interesante que este arreglo resulte en algo que no es un droga, sino un cambio en los mismos neurotransmisores que ya están presentes en nuestro organismo? >
Recordé las palabras del Taita…
Las tribus antiguas de la selva amazónica decían que en la Ayahuasca habitaban espíritus que te sacan del cuerpo y ves hasta tu propio nacimiento, pero también el nacimiento de tu madre, de tu abuela, de la humanidad, del universo entero… Con la Ayahuasca se emprende el camino del héroe que muere y renace. Por esta razón la llamaron de tres maneras distintas: la enredadera del alma, la enredadera de la sabiduría y la enredadera de los muertos.
Es un trance hipersensible en el que observas tu propia historia, y en el que tal vez imagines ratones que bailan, pirotecnia, entidades demoniacas, ángeles, hasta extraterrestres que intervienen tu cuerpo quirúrgicamente; pero en el que también accedes a una espiritualidad que es un lienzo donde se pintan los símbolos que mejor representan tus conceptos divinos.
En la novela de un servidor “La Pecera de Dios” –lectura recomendada–, el personaje principal de la historia, Natanael Cienfuegos, durante su junta de bienvenida en el anexo expresa lo siguiente:
< Recordé las palabras del Taita, guía de mi primer viaje de ayahuasca: “El resentimiento es un veneno que te tomas esperando dañar a otros”. Cuánto hubiese dado por escucharlo cantar, por estar en el viaje y volver a ver el rostro de Dios en las estrellas. Recuerdo que esa madrugada elevé mi ser hasta ser devorado por la infinitud de Dios, insecto y serpiente a la vez. Luego fui vomitado junto con una plasta negra por llevar un cuerno de rinoceronte donde va la nariz. >
Una Ceremonia en tres fases
Los Maestros en el arte y misión de guiar las ceremonias de Ayahuasca concuerdan en que –para un resultado óptimo– las sesiones deben ser trifásicas.
La primera etapa es una preparación que se basa en una dieta blanda mínimo por cinco días. Esto con la intención de facilitar la asimilación de la medicina y evitar complicaciones durante la sesión.
La segunda fase es la ceremonia de la toma de Ayahuasca, cuando ocurre la purificación física, emocional y energética, en la que se vomita, llora y defeca para expulsar lo negativo del ser.
Y la tercera fase y más importante es la integración a la mañana siguiente de la toma. Un espacio-tiempo para que cada uno de los participantes comparta lo que aprendió de sí mismo durante la ceremonia. La luz es proporcional a la oscuridad. Superado el viaje, se está mentalmente fuerte y quizá no todos hayan tenido una epifanía, pero sí un despertar.
Además del Guía, el Grupo y un lugar apartado de la ciudad, el otro elemento ritualístico fundamental para la sesión de Ayahuasca son los Ícaros, los cantos ancestrales que interpretan los Curanderos como herramientas de sanación energética. Los puedes escuchar en YouTube o en cualquier otra plataforma y apreciarlos, sin embargo, en el momento de la ceremonia van más allá de las palabras; son mágicos y hermosos.
Lo único que quiero es salir de aquí
Desde hace diez años que las sesiones de Ayahuasca se volvieron populares –por lo menos en México–, y es una dicha que se hayan extendido con propósitos espirituales y no recreacionales. Solo puedo imaginar una toma “informal” de Ayahuasca porque William Burroughs, en su libro “Las cartas de la ayahuasca” que escribió junto con Allen Ginsberg, contó sus experiencias:
< No tenía ninguna coordinación. Los pies eran como bloques de madera. Vomité con violencia apoyándome contra un árbol y caí al suelo en una desamparada desdicha. Me sentía tan embotado como si hubiera estado cubierto por capas de algodón. Me esforzaba por salir de ese embotamiento y mareo, y repetía sin cesar: “Lo único que quiero es salir de aquí”. Una incontrolable incapacidad mecánica se apoderó de mí. Repeticiones hebefrénicas sin sentido. Seres larvales desfilaban ante mis ojos en una bruma azul y cada uno de ellos emitía un ruido obsceno y burlón (más tarde reconocí en esos ruidos el croar de los sapos); debo de haber vomitado seis veces. >
Incluí la cita anterior de Burroughs porque no quise dejar de apuntar en este artículo que es posible que la Ayahuasca no sea para ti. Seguro que no es para todos.
De acuerdo a los Maestros de esta planta sagrada, la Ayahuasca es solo para los auténticos buscadores de la Verdad. ¿La Verdad? SU Verdad. Pues en el cabalístico Árbol de la Vida, la esfera terrestre –la primera vista de abajo hacia arriba– se conecta a las otras nueve a partir de la esfera lunar de la Imaginación.
¡wow!
Que genial esta explicado todo !!
Muchas gracias!!!
Me gusta, por que no dice mentiras