Se supone que el color negro no existe, que solo es la ausencia de color. Las personas malas no existen, la maldad no existe… Existen los actos violentos.
Esta lógica no es para justificar aquellos actos atroces de los que se escucha todo el día, sino de entender el problema de otra forma. Dejar de enfocarnos en las personas como el problema, si no ver todo el problema. El problema es el problema, la persona no es el problema. No podemos decir que, porque una persona cometió algo terrible, ya toda la persona es eso, las personas somos muchas cosas, no un solo acto.
Primero que nada, lo correcto sería definir la violencia, ¿qué y cómo es? Según Menekse y Nilüfer (2019), se puede definir como los resultados físicos y psicológicos de diferentes presiones concretas sobre un individuo. Estas se pueden ver de forma física, sexual, o emocional (Devries et al., 2018), estas están dentro de la violencia interpersonal, pero también existe la violencia estructural y emocional, que son las que perpetúan los actos violentos (Chasin, 2018).
Además, es importante considerar que lo que se entienda por castigo, violencia, disciplina, abuso o castigo es inherente a la cultura y la naturaleza de la relación, por ejemplo, un padre golpeando a su hijo es aceptado en muchas partes y no es considerado violencia (Devries et al., 2018).
Ahora, que factores, por mencionar algunos, se han relacionado a la violencia: exposición a la violencia en la infancia, sobre todo en el hogar, pero también en los medios y en la localidad (Eriksson & Mazerolle, 2015), la percepción de desigualdad (Sapolsky, 2017). Rasgos de personalidad (Kokkinos, Karagianni y Voulgaridou,2017), rasgos culturales como individualismo (Smith & Robinson, 2019), y seguro hay más.
Si vemos toda esta información, pensaríamos que los actos violentos son más bien un resultado de una serie de eventos desafortunados. Las personas no podemos elegir en donde nacer, no sabemos si habrá paz y amor en sus hogares, si habrá dinero suficiente para la comida, o si la cultura se incline más por soluciones pacíficas o violentas, pero sí podemos elegir que hacer.
Excelente como personas que a pesar de sus condiciones lograron salir adelante siendo excelentes, pero sería injusto esperar que todas las personas tomen todo igual que los mejores casos de éxito. Las personas somos humanas, nos equivocamos y hay equivocaciones más importantes que otras, pero también es porque vimos otras cosas.
Los seres humanos estamos hechos para protegernos a nosotros mismos, se ha comprobado que las personas cuando viven en ambientes muy hostiles dejan de sentir. El dejar de sentir suena muy lógico si todo lo que recibes es daño.
Si tú no sientes, será difícil que entiendas que los otros sienten.
La buena noticia es que hay una salida; empatía.
A diferencia de las suposiciones, la empatía puede crecer, no es algo con lo que tengamos y sea limitado, la podemos desarrollar. Se ha comprobado que una persona puede lograr entender y sentir lo que otra persona siente si se comunica de las maneras adecuadas (Decety & Yoder, 2016).
La vida solo es una, y hay muchas cosas terribles. Hagamos que nuestro paso por la tierra le haga un bien a cada persona con la que tengamos contacto, hagamos de este viaje, uno en donde todos puedan estar lo más felices posibles.
Chasin, B. (2018). Inequality and violence. Springer, Cham. https://doi.org/10.1007/978-3-319-71141-6_16
Decety, J., & Yoder, K. (2016). Empathy and motivation for justice: Cognitive empathy and concern, but not emotional empathy, predict sensitivity to injustice for others. Social Neuroscience, 11(1), 1–14. https://doi.org/10.1080/17470919.2015.1029593
Devries, K., Knight, L., Petzold, M., Merrill, K. G., Maxwell, L., Williams, A., Cappa, C., Chan, K. L., Garcia-Moreno, C., Hollis, N., Kress, H., Peterman, A., Walsh, S. D., Kishor, S., Guedes, A., Bott, S., Butron Riveros, B. C., Watts, C., & Abrahams, N. (2018). Who perpetrates violence against children? A systematic analysis of age-specific and sex-specific data. BMJ paediatrics open, 2(1), e000180. https://doi.org/10.1136/bmjpo-2017-000180
Eriksson, L., & Mazerolle, P. (2015). A cycle of violence? Examining family-of-origin violence, attitudes, and intimate partner violence perpetration. Journal of Interpersonal Violence, 30(6), 945–964. https://doi.org/10.1177/0886260514539759
Kokkinos, C., Karagianni, K., & Voulgaridou, I. (2017). Relational aggression, big five and hostile attribution bias in adolescents. Journal of Applied Developmental Psychology, 52, 101-113. https://doi.org/10.1016/j.appdev.2017.07.007
Menekse, E., & Nilüfer, T. (2019). Exposure to emotional violence: relationship between university students according to their demographic characteristics. Pedagogical Research, 4(1).
Sapolsky, R. (2017). Behave: the biology of humans at our best and worst. Nueva York: Penguin.
Grandísimo artículo, muchísimas felicidades.